Desde hace miles de años, las culturas antiguas han utilizado la leche de animales para elaborar queso, convirtiéndolo en una fuente valiosa de alimento y una importante fuente de proteínas.
Los orígenes exactos del queso son inciertos, pero se cree que su producción comenzó hace más de 8,000 años, en lo que ahora es Turquía. Se sabe que los antiguos egipcios también producían queso y lo utilizaban en su dieta diaria, e incluso se han encontrado jeroglíficos que representan a personas ordeñando cabras y elaborando queso.
Con el tiempo, la producción de queso se extendió a lo largo de Europa y otras partes del mundo. Cada región tenía su propia técnica y recetas únicas para hacer queso, lo que dio lugar a una gran variedad de quesos diferentes.
En la Edad Media, la producción de queso se convirtió en una actividad importante en muchos monasterios, donde los monjes se especializaron en la elaboración de quesos de alta calidad. Los monjes también jugaron un papel importante en la introducción de nuevos tipos de queso, y muchos de los quesos más famosos de hoy en día, como el queso Roquefort, se originaron en los monasterios.
Durante la Revolución Industrial, la producción de queso se expandió aún más gracias a la introducción de nuevas tecnologías y métodos de producción. Esto permitió la producción en masa de quesos, lo que a su vez hizo que el queso fuera más accesible y asequible para el público en general.
Hoy en día, el queso sigue siendo un alimento importante en todo el mundo, y hay miles de variedades diferentes que se producen en todas las regiones del mundo. Desde el queso suave y cremoso hasta el queso duro y picante, hay un queso para todos los gustos y necesidades dietéticas.
En resumen, la historia del queso es larga y fascinante, y ha evolucionado a lo largo de los siglos para convertirse en un alimento básico en todo el mundo.